La botica de la calle Mayor

Seguro que la mayoría de los cartageneros, al pasar por la calle Mayor, nos habremos fijado en los edificios derribados que hacen esquina con la calle Medieras, y aún más en unas restos descubiertos en el interior de lo que antes era una farmacia, destacando un gran aljibe de la primera mitad del siglo XIX. Para los interesados en este lugar, les narraré algunos retazos de su historia.

Restos encontrados en el solar.

Restos encontrados en el solar.

Situado en la parcela que hoy es manzana de la calle Mayor, Medieras, Aire y plaza San Sebastián, se encontraba el convento de Santo Domingo, fundado en 1580 por predicadores dominicos bajo la advocación a San Isidoro. El modesto convento se mandaría derribar para la posterior venta del solar, siguiendo el plan de Desamortización de Mendizábal. Este plan se basaba en un Real Decreto supresor de conventos y casas religiosas, firmado por la reina Isabel II el 25 de julio de 1835.

Don Benito Pico, en una parcela del solar comprada por su padre y que hace esquina con la calle Mayor y Medieras, construyó una botica para su hijo Eduardo Pico y Bres. Éste nació en Cartagena el 29 de agosto de 1829 y recibió su doctorado en Farmacia por la Universidad Central de Madrid el 20 de abril de 1855. En 1856 ya estará al mando de su recién estrenada botica.

Eduardo Pico y Bres.

Eduardo Pico y Bres.

Eduardo Pico y Bres.La enorme personalidad de Eduardo Pico y Bres imprimió carácter a la casa. Hasta su muerte, en 1902, no hubo acontecimiento, exposición, epidemia, plaga, empresa humanitaria, etc., donde no estuviera activamente presente. En plena juventud y con grandes inquietudes, estaba dispuesto a hacer de su rebotica el centro neurálgico de todos los nervios políticos y artísticos de la ciudad.

Su proyección intelectual derivó por varios frentes. Por un lado, la cartagenerísima “Sociedad de los Burros”. Más allá, una preocupación política, que le llevó a jugarse la vida en conjuraciones. Después, la inquietud artística por la que dará a conocer a los cartageneros al gran Ussel de Guimbarda y tomará contacto con el poeta Monroy. También, su actividad municipal en épocas muy difíciles para la ciudad (consecuencias cantonales, epidemias, plagas, etc.). Y por último, una dedicación espiritual y material al cementerio de Ntra. Sra. de los Remedios, a la Cruz Roja y al Santo Hospital e Iglesia de la Caridad.

Fue un entusiasta progresista, enamorado de las ideas liberales, cuya farmacia sirvió de centro principal para la conspiración política cartagenera. Allí se forjaban órdenes que, de haber sido públicas, costarían la libertad o la vida a quienes las recibían o las daban. Allí concurría Olozaga y estuvo disfrazado, en una noche memorable, el inolvidable general Prim. También pasaron Manuel Ruiz Zorrilla, Gaminde, Milans del Bosch y cuantos progresistas importantes visitaron Cartagena para preparar el alzamiento contra el decadente régimen monárquico. Tal fue la importancia de la botica clandestina que como resultado del alzamiento triunfó la Revolución del 68, “La Gloriosa”, que acabó con el destronamiento y exilio de Isabel II y la instauración de una monarquía constitucional.

También allí, Prim, Zorrilla y sus ilustres acompañantes expusieron sus planes para el desarrollo de los principios que más tarde se verían reflejados en las leyes democráticas que forman la Constitución Española de 1869.

El general Juan Prim i Prats, destacado militar y político, defensor de la monarquía constitucional, propuso a Amadeo de Saboya al trono, ocupó el Ministerio de la Guerra y fue Presidente del Gobierno tras la Revolución del 68. Asesinado en Madrid en 1870.

El general Juan Prim i Prats, destacado militar y político, defensor de la monarquía constitucional, propuso a Amadeo de Saboya al trono, ocupó el Ministerio de la Guerra y fue Presidente del Gobierno tras la Revolución del 68. Asesinado en Madrid en 1870.

Manuel Ruiz Zorrilla (izq.), fue designado presidente de las Cortes constituyentes y proclamó a Amadeo I de Saboya (dcha.) como nuevo rey.

Manuel Ruiz Zorrilla (izq.), fue designado presidente de las Cortes constituyentes y proclamó a Amadeo I de Saboya (dcha.) como nuevo rey.

De la botica salieron los componentes de la Junta revolucionaria que ejerció la autoridad tras el triunfo de la Revolución.

Eduardo Pico y Bres, junto a José Mª Vera, Tomás Ametller, Andrés Pedreño y el arquitecto Carlos Manchas entre otros, se presentó en el Ayuntamiento proponiendo la construcción de un cementerio municipal con el nombre de Ntra. Sra. de los Remedios, para lo cual se comprometen a facilitar los fondos necesarios sin ningún interés. Por lo tanto, podemos decir que el cartagenero cementerio es producto de los progresistas, y su habilitación, uno de los más importantes acuerdos tomados por la Junta de Cartagena, presidida por Prefumo.

El 1 de enero de 1875, la farmacia pasa a Simón Higinio Martí y Pagán, hijo de Simón Martí (conspirador y tertuliano con Pico). La farmacia vuelve otra vez a manos de Eduardo Pico tras la muerte de Simón Higinio Martí en 1886. Don Eduardo se haría cargo de ella hasta abril de 1902, que pasaría a Agustín Malo de Molina y Pico, su sobrino.

La farmacia en 1920. Fotografía de Agustín Malo de Molina.

La farmacia en 1920. Fotografía de Agustín Malo de Molina.

La farmacia, propiedad de Mª Dolores Ros, en 1993.

La farmacia, propiedad de Mª Dolores Ros, en 1993.

El 1 de mayo de 1922, Agustín Malo de Molina y Pico la arrendaría a Agustín Merck y Bañón, y en 1932 pasaría a Manuel Malo de Molina. Fallecido éste en 1971, su oficina de farmacia fue, por poco tiempo, de la Sra. Viuda de Malo de Molina.

Huérfana la botica, fueron muchos la que la rondaron, pasando finalmente a manos de la Lda. Dª María Dolores Ros, su última propietaria.

Aún sobrevivían las arábicas estructuras que daban acceso a la histórica rebotica.

Aún sobrevivían las arábicas estructuras que daban acceso a la histórica rebotica.

Interiores

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Botamen

Botamen

Detalle del fresco realizado en el techo por Ussel de Guimbarda que representa al antiguo médico griego, Galeno, precursor de la medicina moderna.

Detalle del fresco realizado en el techo por Ussel de Guimbarda que representa al antiguo médico griego, Galeno, precursor de la medicina moderna.

Para finalizar reproduzco el último párrafo del libro “La botica de la Calle Mayor de Cartagena”, escrito por José Guillermo Merck-Luengo en 1994, y que me llevan a evocar, con melancolía, aquella botica sencilla y grande en nuestra historia: “Cuando nos alejábamos de la Farmacia, vimos en la puerta del establecimiento, a la hija de la titular, una linda adolescente, y me imaginé a los entrañables fantasmas de la Botica rodeando a la chiquilla y comentando alborozados su grata presencia. Estoy seguro que las figuras y figurones de nuestra pequeña historia se llevaron, ante la joven generación, una gran alegría: La vigencia y continuidad de la memorable Farmacia de la Calle Mayor de Cartagena estaba gozosamente garantizada”.